Quisiera resaltar una última crítica que Nietzsche hace al darwinismo, y que sí considero que puede ser considerada como válida: aquella en la que se rechaza la importancia que le da el darwinismo a las ‘circunstancias exteriores’:
“La influencia de las ‘circunstancias exteriores’ suele exagerarse en Darwin de un modo absurdo: lo esencial en el proceso vital es precisamente la enorme fuerza plasmante, creadoras de formas del interior al exterior”[1]
Lo que hace Nietzsche aquí es rechazar la forma en que el darwinismo estaría describiendo el modo de existir de la humanidad. Para Nietzsche la influencia de lo exterior no es tan poderosa como la fuerza creadora del interior del ser humano, que condiciona lo exterior y lo innova. Aquí, Nietzsche es congruente con toda su filosofía, en tanto que ella se apoya en la voluntad de poder como la fuerza que afirma la existencia y la llena de valores. Esto equivale a decir que él no está buscando una jerarquía de fuerzas cuando se refiere a los ‘esclavos’ y a los ‘espíritus libres’ (como le dio la gana de entender a los teóricos nazis), lo que busca más bien es diferenciar a aquellos que no despiertan la conciencia de que son creadores de valores (por su ceguera, o por debilidad para aceptar ese hecho) de aquellos que sí lo hacen. Esto diferencia a Nietzsche del darwinismo en que para el primero somos nosotros los que condicionamos fuertemente cómo entendemos el mundo, mientras que para el segundo es el mundo quien no deja de condicionarnos y transformarnos de acuerdo a sus características propias –es evidente que para Nietzsche ya no hay lugar para pensar en el mundo por sí mismo como agente condicionante. Para Nietzsche era necesario hacer esta crítica si es que iba a ser congruente con su afirmación de la capacidad creadora y de lo jovial en la voluntad de poder.
“La influencia de las ‘circunstancias exteriores’ suele exagerarse en Darwin de un modo absurdo: lo esencial en el proceso vital es precisamente la enorme fuerza plasmante, creadoras de formas del interior al exterior”[1]
Lo que hace Nietzsche aquí es rechazar la forma en que el darwinismo estaría describiendo el modo de existir de la humanidad. Para Nietzsche la influencia de lo exterior no es tan poderosa como la fuerza creadora del interior del ser humano, que condiciona lo exterior y lo innova. Aquí, Nietzsche es congruente con toda su filosofía, en tanto que ella se apoya en la voluntad de poder como la fuerza que afirma la existencia y la llena de valores. Esto equivale a decir que él no está buscando una jerarquía de fuerzas cuando se refiere a los ‘esclavos’ y a los ‘espíritus libres’ (como le dio la gana de entender a los teóricos nazis), lo que busca más bien es diferenciar a aquellos que no despiertan la conciencia de que son creadores de valores (por su ceguera, o por debilidad para aceptar ese hecho) de aquellos que sí lo hacen. Esto diferencia a Nietzsche del darwinismo en que para el primero somos nosotros los que condicionamos fuertemente cómo entendemos el mundo, mientras que para el segundo es el mundo quien no deja de condicionarnos y transformarnos de acuerdo a sus características propias –es evidente que para Nietzsche ya no hay lugar para pensar en el mundo por sí mismo como agente condicionante. Para Nietzsche era necesario hacer esta crítica si es que iba a ser congruente con su afirmación de la capacidad creadora y de lo jovial en la voluntad de poder.
Ya para concluir, me parece entonces que entre Nietzsche y el darwinismo hay más diferencias de lo que muchos creen (los darwinistas que quieren amigarse con la filosofía nietzscheana). Sin embargo, no hay tantas contradicciones como otros creen (los nietzscheanos que quieren separarse del pensamiento darwini… -no, de cualquier pensamiento). Hay evidentes parecidos, pero los caminos que siguen son diferentes. El problema está en que ambas partes no se dan cuenta de ello (una mirada -al menos de reojo- a Wittgenstein y sus diferenciaciones de los juegos de lenguaje no les haría daño). Es curioso sin embargo que el darwinismo siga queriendo encontrarse en Nietzsche, cuando este ha sido tan agresivo con Darwin: lo califica de ser una ‘cabeza mediocre’, estrecha, típicamente inglesa[2]. Probablemente sea en un afán del darwinismo de intentar ridiculizar la seriedad con la que Nietzsche escribe, intentando demostrar que era un malagradecido con quien lo había alimentado. No considero que este sea el caso. Es cierto que Nietzsche, al igual que todo su tiempo, se alimenta del darwinismo, pero la complejidad de la filosofía del alemán lo lleva a caminos profundamente distintos. La cuestión no sería entonces intentar encontrar semejanzas, sino saber leer las diferencias y saber hacerlas dialogar entre sí.
[1] (frag. póst.) ‘La voluntad de poder’, 640. Trad. de A. Frouff en la editorial EDAF.
[2] Cf. ‘Más allá del bien y del mal’, § 253.
1 comentarios:
De lo mejor que he leído sobre Nietzsche y eso que he leído varios libros y estudie su filosofía de manera poco rigurosa en cuanto a la formación académica, mas bien como aficionado.Sin embargo cuando los diferencias no no creo que Nietzsche acepte la idea solipscista con la cual lo describís (de echo creo que critico al solipsismo). de todas maneras te felicito y probablemente entendí mal tu idea; si es así me gustaría que me aclares el malentendido, Saludos.
Federico S.
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