El segundo capítulo de Watchmen es uno de mis favoritos, porque en él Moore da una primera mirada hacia los pasados de cada uno de los personajes. Se nos comienza a revelar la carga histórica que tienen no sólo ellos, sino también el mundo en su condición decadente, tal como fue presentado en el capítulo anterior. Todo esto gira alrededor del funeral del Comediante. Cada personaje recuerda algún evento en el que haya vivido alguna experiencia con él, se nos muestra cómo cada uno de ellos se relacionaba con la especial personalidad que él tenía. De arranque tenemos el recuerdo de Sally Jupiter, primera Silk Spectre (la segunda será su hija), en donde presenciamos el intento de violación contra ella que comete el Comediante. Este se nos presenta desde el inicio como un desgraciado, como un hombre al que no le cuesta nada someter éticamente a las demás personas, llegando hasta el extremo. Esto se muestra también en el recuerdo del Dr. Manhattan, donde el Comediante no tiene ningún reparo para matar a una mujer embarazada de él, después de que esta le cortara la cara con una botella. Cuando la mujer embarazada lo confronta para que hablen, él no tiene reparos en mandarla al demonio con total frialdad. “You walk away from this?” se le pregunta. “Sure” responde él inmediatamente. Le importa un bledo. A la hora de dispararle lo hace con la más absoluta insensibilidad. Pero me parece que no se trata de una indiferencia por el mundo -más tarde lo veremos llorando en frente de su enemigo de toda la vida, por algún descubrimiento terrible que ha hecho, descubrimiento que a nosotros se nos irá revelando de a pocos. Hay, más que indiferencia, desprecio por el mundo, pero a la vez hay comprensión de cómo él funciona. Una y otra vez se nos irá presentando a lo largo del comic la sensación de que el Comediante es el único que realmente comprende al mundo, a su decadencia. La diferencia de él con los otros es que él simplemente se divierte con las condiciones del mundo, no se deja conmover, no depende de ellas. Y a mí me queda la sensación de que el desprecio surge precisamente de la comprensión. Pero dejemos este tema para un poco más adelante.
Quiero recalcar dos cosas en especial de este capítulo. En primer lugar, el recuerdo de Adrian Veidt. Vemos una reunión de enmascarados, en donde se está intentando unir un nuevo grupo de ‘superhéroes’, suponiendo que el anterior ya lleva un tiempo desaparecido. Sólo Captain Metropolis y el Comediante permanecen del primer grupo -los Minutemen. La actitud del Comediante es, por supuesto, de desprecio hacia las ingenuamente heroicas intenciones de Metropolis, quien quiere salvar al mundo de todo mal, quien separa con gran facilidad lo bueno de lo malo, al modo de un Superman pleno de humanidad. Pero más allá de esto, me llama la atención que este sea precisamente el recuerdo de Veidt, quien parece ser el único de la reunión que realmente coincide con Metropolis, creyendo que “ninguno de los problemas del mundo es insuperable” [pag.11, las traducciones son mías]. Sin embargo, en Veidt hay, claramente, más madurez que en Metropolis. Este último intenta afrontar los problemas con bondad escolar, Veidt en cambio lo intenta hacer con inteligencia, con planificación. Acá ya Veidt se nos muestra como un hombre racional. Como un convencido de que es a partir de la razón que el ser humano puede superar los obstáculos, puede llegar a sus metas. Una razón que peca a veces de instrumentalista y de desinterezada por el aspecto espiritual del ser humano. Pero dejo esto ahí. Sólo añado que es muy sugerente cómo termina este recuerdo, es decir, en la penúltima viñeta de la página 11, en donde ya todos los participantes de la reunión han decidido marcharse y Metropolis les ruega para que se queden. Aquí las palabras de este último son importantes: “Alguien tiene que hacerlo, ¿no lo ven? Alguien tiene que salvar al mundo…” Mientras esto es dicho, vemos a Veidt mirar, seriamente, preocupadamente, reflexivamente, el pizarrón quemado en el que Metropolis había colocado las etiquetas de los problemas que abruman al mundo. Lo dejo ahí.
Una segunda cosa que quisiera recalcar es el texto final de este capítulo. En él se narra el origen del primer grupo de superhéroes, aquí hay muchos factores importantes a tomar en cuenta para comprender a estos personajes. Para empezar, queda clarísimo algo que ya había sido mostrado en el primer capítulo, pero esta vez con respecto al segundo grupo, es decir, la motivación personalísima que tiene cada uno de los sujetos enmascarados para hacer lo que hace. Alguno lo hace por algún deseo de justicia, otro lo hace por la fama, otro lo hace como un trabajo -un modo de ganar dinero, otro lo hace para calmar un deseo de constante acción, alguno lo hace por más de una de estas razones. El Comediante parece hacerlo casi para divertirse, para burlarse de los demás, para tener cierto poder sobre ellos. Así mismo se hacen patentes las diferencias de las personalidades y convicciones de cada uno de los enmascarados. Alguna vez Moore dijo sobre este comic que trataba a sus personajes de modo que se vean ridículos en su humanísima ‘superhumanidad’. Esto me parece que se muestra muy claramente cuando el texto final dice que habían diferencias políticas entre los Minutemen. Se dice que Hooded Justice aprobaba las actividades del régimen nazi de Hitler, y que Captain Metropolis había dicho, en alguna ocación, cosas racistas contra los negros y los hispanos. Hollis Mason, primer Nite Owl y autor del texto que leemos, se refiere a la situación interna del grupo diciendo: “Teníamos gusanos en la manzana, comiéndola desde adentro.”
Regresemos un poco a la noción del mundo que tiene el Comediante. Él dice: “Una vez que te has dado cuenta del chiste que es todo, ser el Comediante es lo único que tiene sentido.” Luego añade: “Nunca dije que era un buen chiste! Yo sólo sigo adelante con la broma (gag)…” Esto se opone al momento en que se narra la visita que el Comediante le hace a su enemigo de toda la vida. En medio de la madrugada, borracho, llora en frente de él por algo terrible que sabe se está haciendo en una isla, y que lo sumerge en un estado abismal de desesperación e incomprensión. El Comediante pide explicaciones desesperadamente, como al parecer nunca lo había hecho. Parece estar apiadándose del mundo, encontrando por primera vez lo que es la maldad. Como si por primera vez el chiste no le diera risa, como si sintiera que ha dejado de ser el comediante, pues el título ha pasado a otra persona, a alguien con un sentido del humor más brutal, más de lo que él nunca se pudo imaginar. Esta actitud no hace al Comediante humano, su humanidad ya estaba planteada hace rato, esto lo hace más bien miserable, lo hace el más afectado con la situación decadente del mundo. Lo hace el humano más miserable porque es el que más comprende qué pasa con el mundo, pero eso a su vez parece hacerlo el que menos entiende por qué pasa eso con el mundo. Talvez porque es el único que se ha hecho realmente la pregunta.
Quiero recalcar dos cosas en especial de este capítulo. En primer lugar, el recuerdo de Adrian Veidt. Vemos una reunión de enmascarados, en donde se está intentando unir un nuevo grupo de ‘superhéroes’, suponiendo que el anterior ya lleva un tiempo desaparecido. Sólo Captain Metropolis y el Comediante permanecen del primer grupo -los Minutemen. La actitud del Comediante es, por supuesto, de desprecio hacia las ingenuamente heroicas intenciones de Metropolis, quien quiere salvar al mundo de todo mal, quien separa con gran facilidad lo bueno de lo malo, al modo de un Superman pleno de humanidad. Pero más allá de esto, me llama la atención que este sea precisamente el recuerdo de Veidt, quien parece ser el único de la reunión que realmente coincide con Metropolis, creyendo que “ninguno de los problemas del mundo es insuperable” [pag.11, las traducciones son mías]. Sin embargo, en Veidt hay, claramente, más madurez que en Metropolis. Este último intenta afrontar los problemas con bondad escolar, Veidt en cambio lo intenta hacer con inteligencia, con planificación. Acá ya Veidt se nos muestra como un hombre racional. Como un convencido de que es a partir de la razón que el ser humano puede superar los obstáculos, puede llegar a sus metas. Una razón que peca a veces de instrumentalista y de desinterezada por el aspecto espiritual del ser humano. Pero dejo esto ahí. Sólo añado que es muy sugerente cómo termina este recuerdo, es decir, en la penúltima viñeta de la página 11, en donde ya todos los participantes de la reunión han decidido marcharse y Metropolis les ruega para que se queden. Aquí las palabras de este último son importantes: “Alguien tiene que hacerlo, ¿no lo ven? Alguien tiene que salvar al mundo…” Mientras esto es dicho, vemos a Veidt mirar, seriamente, preocupadamente, reflexivamente, el pizarrón quemado en el que Metropolis había colocado las etiquetas de los problemas que abruman al mundo. Lo dejo ahí.
Una segunda cosa que quisiera recalcar es el texto final de este capítulo. En él se narra el origen del primer grupo de superhéroes, aquí hay muchos factores importantes a tomar en cuenta para comprender a estos personajes. Para empezar, queda clarísimo algo que ya había sido mostrado en el primer capítulo, pero esta vez con respecto al segundo grupo, es decir, la motivación personalísima que tiene cada uno de los sujetos enmascarados para hacer lo que hace. Alguno lo hace por algún deseo de justicia, otro lo hace por la fama, otro lo hace como un trabajo -un modo de ganar dinero, otro lo hace para calmar un deseo de constante acción, alguno lo hace por más de una de estas razones. El Comediante parece hacerlo casi para divertirse, para burlarse de los demás, para tener cierto poder sobre ellos. Así mismo se hacen patentes las diferencias de las personalidades y convicciones de cada uno de los enmascarados. Alguna vez Moore dijo sobre este comic que trataba a sus personajes de modo que se vean ridículos en su humanísima ‘superhumanidad’. Esto me parece que se muestra muy claramente cuando el texto final dice que habían diferencias políticas entre los Minutemen. Se dice que Hooded Justice aprobaba las actividades del régimen nazi de Hitler, y que Captain Metropolis había dicho, en alguna ocación, cosas racistas contra los negros y los hispanos. Hollis Mason, primer Nite Owl y autor del texto que leemos, se refiere a la situación interna del grupo diciendo: “Teníamos gusanos en la manzana, comiéndola desde adentro.”
Regresemos un poco a la noción del mundo que tiene el Comediante. Él dice: “Una vez que te has dado cuenta del chiste que es todo, ser el Comediante es lo único que tiene sentido.” Luego añade: “Nunca dije que era un buen chiste! Yo sólo sigo adelante con la broma (gag)…” Esto se opone al momento en que se narra la visita que el Comediante le hace a su enemigo de toda la vida. En medio de la madrugada, borracho, llora en frente de él por algo terrible que sabe se está haciendo en una isla, y que lo sumerge en un estado abismal de desesperación e incomprensión. El Comediante pide explicaciones desesperadamente, como al parecer nunca lo había hecho. Parece estar apiadándose del mundo, encontrando por primera vez lo que es la maldad. Como si por primera vez el chiste no le diera risa, como si sintiera que ha dejado de ser el comediante, pues el título ha pasado a otra persona, a alguien con un sentido del humor más brutal, más de lo que él nunca se pudo imaginar. Esta actitud no hace al Comediante humano, su humanidad ya estaba planteada hace rato, esto lo hace más bien miserable, lo hace el más afectado con la situación decadente del mundo. Lo hace el humano más miserable porque es el que más comprende qué pasa con el mundo, pero eso a su vez parece hacerlo el que menos entiende por qué pasa eso con el mundo. Talvez porque es el único que se ha hecho realmente la pregunta.
Pero qué demonios significa este comprender el mundo del comediante. Es decir, cuál es el chiste. Bueno, no lo sé con seguridad. Esto es algo que siempre está implícito en el comic. La comprensión del Comediante parece residir no tanto en el saber cómo ha llegado el mundo a donde está, sino en el saber hacia dónde se dirige el mundo, en cómo paso a paso se va a destruir a sí mismo. Esta autodestrucción que es a la vez autoengaño es una ironía enorme y evidente. El mundo-chiste que ve el Comediante debe tener la forma de sarcasmo, de humor negro. Esta es una dimensión del Comediante que Rorschach parece entender muy bien, con él termina el comic, antes de entrar al texto. Cito su reflexión final, super sugerente: “Blake entendió. Lo trató como un chiste, pero él entendió. Vio los huecos en la sociedad, vio a los pequeños hombres enmascarados tratando de soportar juntos… Vio el verdadero rostro del siglo veinte y eligió convertirse en un reflejo, en una parodia de él. Nadie más captó el chiste. Por eso es que él era un solitario. Escuché un chiste una vez: Hombre va al doctor. Dice que está deprimido. Dice que la vida es dura y cruel. Dice que se siente muy solo en un mundo aterrorizante donde todo es vago e incierto. El doctor dice ‘El tratamiento es simple. El gran payado Pagliacci está en la ciudad esta noche. Vaya a verlo. Eso debería animarlo.’ Hombre estalla en lágrimas. Dice ‘pero doctor… yo soy Pagliacci.’” El mundo como un gran sarcasmo. Conforme a esto talvez comprendamos al final por qué la desesperación del comediante frente al terrible descubrimiento que ha hecho.
0 comentarios:
Publicar un comentario