viernes, 27 de noviembre de 2009

Lo cotidiano: la música

Si nos vamos a referir a lo cotidiano en la música, tenemos que empezar necesariamente por el género que más radicalmente descendió la música a tierra, al suelo, a lo más suciamente ordinario. Por supuesto, me refiero al punk, que nace como reacción a manifestaciones como las del rock progresivo, lleno de complejidad y virtuosismo. Frente a ello, el punk quiere ser simple, concreto; su revolución consiste en la afirmación de la desnudez de la expresión más cruda del espíritu de una juventud que se niega a tener que someterse a cosas demasiado elevadas e ininteligibles. En ese sentido, podría decirse que el punk representa en la música, del modo más radical, el deseo wittgensteniano de decender de las alturas metafísicas a lo más ordinario y cotidiano. Qué mejor para ejemplificar esto que la tremenda banda peruana Los Saicos.




Cuando pienso en la cotidianeidad ligada a la música me viene inmediatamente a la mente la chilena Violeta Parra. Talvez sea por su sinceridad, por la naturalidad con la que realiza su música, por cómo se siente que todo su arte tiene un espíritu absolutamente ligado a un sentimiento del pueblo, a un sentimiento concretamente profundo. La guitarra de Violeta es de las más sinceras que he escuchado. En la cotidianeidad, por supuesto, no vale mentir, no se puede mentir. Una vez que se miente, se sale de ella, se da un paso más allá. Una expresión verdadera de lo cotidiano debe ser necesariamente una expresión inmediata y auténtica. Violeta:






Kimya Dawson, a quien conocí gracias a la buena película ‘Juno’, es una compositora con un espíritu muy cotidiano (y cotidianizante); sus grabaciones parecen hechas en casa, con un grupo de amigos, en un día cualquiera. No busca trascender hacia las alturas del éxito, de la verdad, de la belleza. Busca simplemente divertirse, pasarla bien, desfogarse sin dejar pasar la oportunidad que el día de hoy nos presenta. Otra vez, aquí la sinceridad es componente esencial de lo cotidiano:








Al principio del post me refería a la reacción del punk frente a cosas como el rock progresivo, que suele salirse totalmente de la cotidianeidad para crear su propio mundo de fantasía, su propia ilusión. Si la cotidianeidad tiene como característica principal la manifestación de una mixtura entre lo intelectual y lo emocional, en donde más fuerte parece ser siempre lo emocional, el rock progresivo parece alejarse de ello al mostrarse demasiado intelectual, demasiado premeditado. Sin embargo, ¿no es acaso la siguiente canción de King Crimson (grupo ícono del rock progresivo) un descenso calculado al caos de lo cotidiano, a la velocidad descontrolada de nuestra cotidianeidad actual?:


King Crimson: 'Cage'

Pero lo cotidiano no es simplemente caótico, en lo cotidiano se dan las muestras más delicadas e inconcientes del espíritu de toda una comunidad, de toda una forma de vida. En ese sentido, aunque no me lo propongo, la siguiente canción siempre me suena infinitamente cotidiana (será, talvez, porque habla tan íntimamente de todos):


Chaly García: 'Dinosaurios'

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