jueves, 3 de diciembre de 2009

Lo cotidiano: la comedia

La comedia que más disfruto es la que está basada en la conversación, la que busca la risa en el acto mismo del lenguaje; y considero que tal tipo de comedia tiene mucho valor porque nos permite reírnos sumergidos en lo más concreto de la vida, en lo más cotidiano, y por lo tanto, en donde se conforman todos los valores de nuestra vida, en donde nos hacemos lo que somos. Es, por lo tanto, un vehículo perfecto para acercarnos a nosotros mismos, aceptando en la risa la imperfección de lo cotidiano, de lo que somos enteramente. Sarcasmo triunfante, en vez de negación alienada. La risa que generan estas comedias, basadas en el acto de la conversación más cotidiana, me parece la risa más sincera, la que más conectada está con lo que somos nosotros mismos: nos reímos de nosotros para acercarnos a nosotros, para conocernos a nosotros.

Por supuesto, la serie Seinfeld, creada por Jerry Seinfeld y Larry David, es un perfecto ejemplo de este tipo de comedia –al menos en sus primeras temporadas. En Seinfeld la risa es provocada a partir de las situaciones más concretas, de las conversaciones más cotidianas y casuales. Veamos el siguiente ejemplo, probablemente uno de los más radicales de la serie, en donde los personajes se dedican a nada más que a conversar entre sí por un episodio completo, mientras esperan a que una mesa de un restaurante se desocupe:



El siguiente es uno de los mejores diálogos de la serie, sobre las características de una mujer. ¿Cuántas veces al día tiene la gente conversaciones de este tipo?



Otra comedia que se posa en lo más ordinario de la vida para sacar de ahí inacabable material es Curb your enthusiasm, de Larry David (uno de los creadores de Seinfeld). Fíjense cómo toma tiempo en pequeñas cositas concretas que para cualquier otra comedia serían innecesarias; y cómo la conversación es un factor primorial:






Así además, Larry David se permite reírse de aquello que parece intocable: si descendemos al nivel de lo cotidiano, des-santificamos problemáticas que no nos habíamos atrevido a tocar antes, y que ahora no tenemos ningún problema para enfrentar. Como he venido diciendo, descender a lo cotidiano es encontrarse con lo que uno mismo es sinceramente, no esconderse de aquello que no nos gusta, que no nos parece conveniente. Hay aquí una aceptación y una celebración de lo que uno realmente es. Rechazo al serio cinismo. Risa explícita y concreta de nuestros defectos. Posarse sobre lo cotidiano es aceptar que vas a embarrarte, y disfrutar con ello.



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