domingo, 25 de octubre de 2009

El gran y único vigilante: La Torre de Babel en Watchmen (b)

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Esta actitud de no saber identificarse emocionalmente con el otro, actuando únicamente de acuerdo al propio interés y para el propio beneficio está -según me parece- muy bien graficada en cada uno de los vigilantes del cómic. Cada uno de ellos actúa por motivaciones muy personales, ninguno se mueve pensando en lograr alguna noción de justicia objetiva o universal. Talvez alguno de ellos crea que lo hace, pero en el fondo todos y cada uno de ellos tienen intereses muy personales para hacer lo que hacen. Sin embargo, a mi juicio es el personaje Adrian Veidt (Ozymandias) quien da la muestra más clara de tener una concepción del mundo y del ser humano demasiado limitada, pasando por alto la importancia de la dimensión emocional o espiritual del ser humano, actuando sin tener en consideración de la complejidad y profundidad de los demás sujetos.

En este sentido, lo primero que quisiera apuntar sobre Veidt es su confesión de que nunca sintió una real conexión con alguna persona, es decir, nunca sintió a alguien cercano a él. Más bien, dice que desde su niñez su intelecto lo diferenció y lo alejó de los demás, no encontrando jamás a alguien de quien podría haber recibido algún consejo útil. La única persona con la que él dice haberse podido identificar es Alejandro de Macedonia[1]. Es la inteligencia del antiguo conquistador, y alguna vez discípulo de Aristóteles, lo que a Veidt le fascina. Inteligencia para tomar decisiones, para maquinar planes, para entender la lógica de las situaciones que lo rodeaban. Así pues, Veidt se propone un objetivo muy alto: alcanzar y superar los logros de Alejandro, construyendo la unidad del mundo que el conquistador nunca pudo lograr. Esta ‘unidad del mundo’ implica, por supuesto, sacar al planeta de la condición decadente en la que se encuentra, para hacer de él un lugar en el que reine el bienestar. Veidt se refiere al objetivo que se ha planteado como el traer “una era de iluminación a un mundo oscurecido”[2].


Aquí me permito resaltar el ideal de Veidt de ‘iluminar’ al mundo, lo cual me recuerda al ideal de la Ilustración, que pretendía ‘iluminar’ al mundo a partir del intelecto humano, utilizado como el instrumento privilegiado a partir del que se podría alcanzar toda noción de progreso y verdad. Esta actitud intelectualista de la Ilustración llevó a despreciar la dimensión emocional o espiritual del ser humano, acusándola de interferir en la tarea de la razón, siempre necesitada de ‘pureza’. Considero que tal actitud intelectualista está muy presente en Adrian Veidt, un convencido de que es a partir de su privilegiada capacidad intelectual que se logrará generar la solución a los problemas que aquejan al mundo. En Veidt no hay preocupación por la comprensión del mundo en su abundante pluralidad y en su dañado espíritu (al contrario, manipula a tal espíritu para encaminar exitosamente las ventas de sus empresas[3]), busca más bien alejarse e intentar entender analíticamente, intelectualmente, cuál es el modo en que el mundo pueda llegar a ser uno, a vivir bien.

Teniendo esto en cuenta, podemos examinar de cerca las consecuencias del plan que Veidt lleva a cabo para lograr su soñada ‘unidad del mundo’, preguntándonos si el bienestar logrado por Veidt es realmente un bienestar para los seres humanos, o si no es más que una apariencia que esconde problemas que en la superficie no son evidentes. Recordemos las consecuencias de la consagración del plan: la criatura monstruosa, tras ser teletransportada a New York, muere y genera una especie de explosión psíquica que proyecta hacia las mentes humanas toda la información terrible que había sido introducida a su cerebro. Así, mucha gente muere por el terrible shock que significa tal cantidad de información terrible recibida de golpe. Otros se vuelven locos ante tan grotesca sensación. Pero además -lo que a mí me parece lo más importante- ante la inmensa capacidad psíquica del cerebro clonado, todos los sujetos del mundo quedan afectados emocionalmente por varios años, teniendo horribles sueños continuamente[4]. Así pues, se obliga a todos los frentes del mundo a unirse para enfrentar tan terrible enemigo.

Ahora bien, tomando en cuenta lo recientemente dicho sobre las consecuencias del plan de Veidt, podríamos ya afirmar que este no logra un verdadero bienestar en los seres humanos. Me explico: luego del terrible evento sufrido en Nueva York, se ha logrado un bienestar que, a mi juicio, es demasiado superficial y está puramente concentrado en una prosperidad material del mundo, no tomando en cuenta la dimensión espiritual. Es cierto, no habrá guerra ni destrucción, pero el espíritu de todos los seres humanos, de todo el mundo, queda dañado muy sensiblemente: por largo tiempo nadie será capaz de evitar los terribles sueños y el terrible recuerdo que provoca la catástrofe de Nueva York. En un sentido puramente pragmático el mundo ha quedado salvado, pero en un sentido espiritual, profundo, el ser humano ha quedado condenado al temor e impotencia interminables de la convicción de que hay algo mucho más grande y poderoso que ellos que los está vigilando. La Humanidad como raza ha sido puesta a salvo, pero la humanidad de cada uno ha sido condenada a un miedo talvez peor que el que estaba antes instaurado por la posibilidad del inicio de una guerra nuclear entre los países poderosos del mundo. La Humanidad apachurrada entre sí para protegerse del frío que los enviste desde afuera, pero aun sintiendo el hielo interno que martiriza a cada sujeto.

Es el miedo el que ha unido al mundo y que lo mantiene ahora en constante alerta. Lo que ha hecho Veidt es darle a la humanidad un nuevo gran y único vigilante: el miedo por una destrucción que no depende de ellos, el miedo de cada espíritu, de cada sujeto que, en sus constantes pesadillas, está esclavo de la impotencia y el terror a algo desconocido que en cualquier momento puede volver a atacar.


[1] Watchmen, Cap. XI, p. 8.
[2] Ibid.
[3] Ibid., Cap. X, texto suplementario.
[4] Ibid., Cap. XII, p.10: “Sensitives worldwide will have bad dreams for years to come.”

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