Nietzsche es un autor que ha sido relacionado con muchas corrientes, ya sea como precursor de ellas o como influenciado por ellas. Una de tales corrientes es el darwinismo. Mis lecturas recientes de Nietzsche me llevaron a hacer algunas relaciones de este tipo, sin embargo es evidente que Nietzsche es un autor muy complejo y muy especial como para que se le pueda asignar alguna etiqueta definitiva. Me interesa entonces examinar si es que se pueden encontrar reflejos de darwinismo en Nietzsche, o si ello es tan sólo una mala lectura de su filosofía.
Un principio básico del darwinismo es que todas las especies vivientes tienen como motor implícito de la existencia la propia supervivencia. Cada especie se desarrolla de acuerdo a cómo se lo exige su entorno, para que pueda ser capaz de sobrevivir en él. Esto supone, en el darwinismo, que las especies están en una constante lucha entre sí por la supervivencia, ya que muchas veces dos especies no pueden convivir en un solo entorno, haciéndose necesario que una de ellas -la más fuerte- se imponga sobre la otra. Así pues, es según la ‘selección natural’ que las especies evolucionan biológicamente para mantenerse aptas a su entorno. Toda capacidad desarrollada por la especie tiene como finalidad la propia supervivencia –por ejemplo, en el ser humano capacidades como la del dolor sirven a la conservación de la especie: sin dolor el ser humano no sería capaz de evitar ciertos males que irían en contra de su desarrollo. El impulso implícito de la vida se plantea aquí como la propia conservación.
A partir de esto surge la (revolucionaria) idea de que el ser humano no es realmente un ser privilegiado frente a las demás especies. Es decir, él no accede a una dimensión especial de la realidad, ni es el motivo por el que el mundo es como es. Toda especie viva evoluciona fisiológicamente de acuerdo a su entorno, y cada una de las especies se relaciona con el mundo que le corresponde, de acuerdo a las capacidades biológicas que ha desarrollado para su supervivencia (piénsese en el mundo de los murciélagos, que debe componerse y ordenarse de acuerdo a las vibraciones en el aire; o el de los perros, que se compone, en sus aspectos más importantes, de acuerdo a los olores). Hay cosas que al ser humano no le es posible alcanzar (por ejemplo: volar; la capacidad para ver a niveles microscópicos; el camuflarse naturalmente en su entorno) simplemente porque tales cosas no le son necesarias para la supervivencia, el tipo de animal que es no requiere que tales capacidades se desarrollen. Así pues, cada animal ‘conoce’ el mundo que le corresponde de acuerdo a su desarrollo fisiológico; el ser humano no conoce ningún mundo privilegiado, conoce el mundo que le es posible de acuerdo a su biología.
Ahora bien, me parece que son básicamente estas las nociones que se podrían considerar como aquellas de las que se podría encontrar rastro en la filosofía de Nietzsche (son al menos las que yo he encontrado). A mi juicio, la última idea del darwinismo que he mostrado (sobre la relación de cada especie con el mundo de acuerdo a su biología y, por lo tanto, la no-privilegiada condición del ser humano) está presente en Nietzsche, quien coincidiría en que el ser humano no está por encima de otras especies, y que depende de su fisiología para conocer el mundo que puede conocer. No creo que en este punto haya real contradicción entre Nietzsche y el darwinismo, y creo que es evidente que Nietzsche piensa algo muy parecido, y que definitivamente se ve influenciado por el espíritu darwinista que hay en el momento en que realiza su filosofía. Apoyo mi convicción en pasajes de Nietzsche como el siguiente:
“[Al ser humano] Le cuesta trabajo reconocer ante sí mismo que el insecto o el pájaro perciben otro mundo completamente diferente al del hombre y que la cuestión de cuál de las dos percepciones del mundo es la correcta carece totalmente de sentido, ya que para decidir sobre ello tendríamos que medir con la medida de la percepción correcta, es decir, con una medida de la que no se dispone.”[1]
Aquí Nietzsche se muestra claramente a favor de la idea de que la percepción del mundo de cada especie depende de las condiciones biológicas que tiene, y por lo tanto, el ser humano no puede hacer alarde de su acercamiento al mundo, ya que este depende del modo en que se ha desarrollado para la autoconservación. Es evidente que a partir de esta idea básica Nietzsche y el darwinismo se encaminan hacia lados diferentes, pero la semejanza -a mi juicio- es innegable.
Un principio básico del darwinismo es que todas las especies vivientes tienen como motor implícito de la existencia la propia supervivencia. Cada especie se desarrolla de acuerdo a cómo se lo exige su entorno, para que pueda ser capaz de sobrevivir en él. Esto supone, en el darwinismo, que las especies están en una constante lucha entre sí por la supervivencia, ya que muchas veces dos especies no pueden convivir en un solo entorno, haciéndose necesario que una de ellas -la más fuerte- se imponga sobre la otra. Así pues, es según la ‘selección natural’ que las especies evolucionan biológicamente para mantenerse aptas a su entorno. Toda capacidad desarrollada por la especie tiene como finalidad la propia supervivencia –por ejemplo, en el ser humano capacidades como la del dolor sirven a la conservación de la especie: sin dolor el ser humano no sería capaz de evitar ciertos males que irían en contra de su desarrollo. El impulso implícito de la vida se plantea aquí como la propia conservación.
A partir de esto surge la (revolucionaria) idea de que el ser humano no es realmente un ser privilegiado frente a las demás especies. Es decir, él no accede a una dimensión especial de la realidad, ni es el motivo por el que el mundo es como es. Toda especie viva evoluciona fisiológicamente de acuerdo a su entorno, y cada una de las especies se relaciona con el mundo que le corresponde, de acuerdo a las capacidades biológicas que ha desarrollado para su supervivencia (piénsese en el mundo de los murciélagos, que debe componerse y ordenarse de acuerdo a las vibraciones en el aire; o el de los perros, que se compone, en sus aspectos más importantes, de acuerdo a los olores). Hay cosas que al ser humano no le es posible alcanzar (por ejemplo: volar; la capacidad para ver a niveles microscópicos; el camuflarse naturalmente en su entorno) simplemente porque tales cosas no le son necesarias para la supervivencia, el tipo de animal que es no requiere que tales capacidades se desarrollen. Así pues, cada animal ‘conoce’ el mundo que le corresponde de acuerdo a su desarrollo fisiológico; el ser humano no conoce ningún mundo privilegiado, conoce el mundo que le es posible de acuerdo a su biología.
Ahora bien, me parece que son básicamente estas las nociones que se podrían considerar como aquellas de las que se podría encontrar rastro en la filosofía de Nietzsche (son al menos las que yo he encontrado). A mi juicio, la última idea del darwinismo que he mostrado (sobre la relación de cada especie con el mundo de acuerdo a su biología y, por lo tanto, la no-privilegiada condición del ser humano) está presente en Nietzsche, quien coincidiría en que el ser humano no está por encima de otras especies, y que depende de su fisiología para conocer el mundo que puede conocer. No creo que en este punto haya real contradicción entre Nietzsche y el darwinismo, y creo que es evidente que Nietzsche piensa algo muy parecido, y que definitivamente se ve influenciado por el espíritu darwinista que hay en el momento en que realiza su filosofía. Apoyo mi convicción en pasajes de Nietzsche como el siguiente:
“[Al ser humano] Le cuesta trabajo reconocer ante sí mismo que el insecto o el pájaro perciben otro mundo completamente diferente al del hombre y que la cuestión de cuál de las dos percepciones del mundo es la correcta carece totalmente de sentido, ya que para decidir sobre ello tendríamos que medir con la medida de la percepción correcta, es decir, con una medida de la que no se dispone.”[1]
Aquí Nietzsche se muestra claramente a favor de la idea de que la percepción del mundo de cada especie depende de las condiciones biológicas que tiene, y por lo tanto, el ser humano no puede hacer alarde de su acercamiento al mundo, ya que este depende del modo en que se ha desarrollado para la autoconservación. Es evidente que a partir de esta idea básica Nietzsche y el darwinismo se encaminan hacia lados diferentes, pero la semejanza -a mi juicio- es innegable.
[1] Nietzsche, ‘Sobre verdad y mentira en sentido extramoral’ Trad. de L. Valdés y T. Orduña, en Tecnos.
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